domingo, 20 de marzo de 2011

Represión / Disolución

En la obra de S. Freud (1) hay una distinción entre dos conceptos: represión (verdrängung) y sepultamiento o disolución (untergang). En el primer caso algo cae pero retorna, hay compensación sustitutiva, transacciones. En el segundo caso, hay destrucción definitiva, pero es una destrucción que crea otra cosa. Hay cambio cualitativo y no sólo cuantitativo como en el la represión; por lo tanto hay creación. Distinción  siempre mencionada pero sin una elaboración clara de la misma.

En “La disolución del complejo de Edipo” de 1924, dice Freud:

“No veo motivo alguno para no considerar el apartamiento del Yo del complejo de Edipo como una represión, aunque la mayoría de las represiones ulteriores se produzcan bajo la intervención del Super-yo, cuya formación se inicia precisamente aquí. Pero el proceso descripto es más que una represión y equivale, cuando se desarrolla perfectamente, a una destrucción y a una desaparición del complejo… Si el Yo no ha alcanzado realmente más que una represión del complejo, este continuará subsistiendo, inconsciente, en el Ello y manifestará más tarde su acción patógena” (2) (subrayado nuestro)

El concepto que introduce Freud es disolución (untergang). Hay una necesidad teórica de distinguirlo de la represión, de lo contrario, no hubiese utilizado el término en varios lugares de su obra.
Sin embargo, no encontramos más explicaciones sobre este desarrollo perfecto que desembocaría en una destrucción y desaparición del complejo. Por el contrario, la clínica nos muestra que Edipo subsiste inconsciente y manifiesta su acción patógena en el padecimiento y los síntomas por los que los pacientes consultan a un analista.
De todas maneras, Freud mantiene la distinción de dos desenlaces del Edipo (disolución-represión)

En “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica” de 1925 dice:

El complejo no es simplemente reprimido en el varón, sino que se desintegra literalmente bajo el impacto de la amenaza de castración. Sus catexias libidinales son abandonadas, desexualizadas  y,  en parte, sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde constituyen el núcleo del Superyo. En el caso normal (más bien dicho en el caso ideal, ya no subsiste entonces complejo de Edipo alguno, ni aún en el inconsciente: el Superyo se ha convertido en su heredero” (3)

En la conferencia “La angustia y la vida instintiva” de 1932 se refiere a los distintos destinos que sufren los impulsos instintivos (pulsionales) en el Ello, uno de ellos nos interesa:

Experimentan un profundo aniquilamiento, en el cual la libido queda definitivamente encaminada por otras vías. Así sucedía en la solución normal del complejo de Edipo el cual, en este caso deseable, no queda pues simplemente reprimido, sino que es destruido en el Ello” (4) (subrayado nuestro)

En estos ejemplos vemos cómo mantiene la distinción entre dos destinos del Edipo, pero sin alejarse mucho de lo que había enunciado en 1924.
Si el complejo de Edipo debe llegar a una final, ¿Cómo pensar esa operación sin que su resultado sea una sexualidad sintomática y repetitiva de la problemática edípica pasada?

En “Moisés y la religión monoteísta” de 1938, se mantiene la ambigüedad teórica entre disolución/represión, pues en el texto Freud describe los aspectos de la represión – retorno de lo reprimido – formación de síntomas, propio de la neurosis y también va trabajando la noción de tradición relacionada con la disolución mosaica.
Freud se pregunta ¿cómo es posible que una tradición (mosaica) haya pasado al dominio popular? Para responder esta pregunta sostendrá una casi completa concordancia entre el individuo y la masa. Hagamos un poco de historia.

Moisés el egipcio transmite a los judíos la religión monoteísta de Aton. Al morir el faraón Ikhnatón, Moisés tuvo que organizar el éxodo de Egipto entre 1358 y 1350 ante la caída en desgracia del nuevo culto monoteísta que había impuesto el faraón.
Más tarde, Freud rastrea al Moisés madianita, nombre de un sacerdote de las tribus judías de las que surgió el pueblo de Israel. Su dios era Yahvé, ominoso, sediento de sangre y nocturnal. Este Moisés madianita no parece tener relación con los hechos del homónimo personaje egipcio. Freud sostiene que el primer Moisés abandonó Egipto con un importante número de seguidores de su nueva religión monoteísta. Mas tarde fue asesinado por los judíos, halló violento fin en una revuelta de su pueblo que así abandonó su religión.
La catástrofe de Moisés y de la religión por él fundada, su “untergang” no pudo evitar que un grupo de seguidores fieles, una minoría influyente y superior culturalmente, guardara su memoria y cultivara la tradición de sus enseñanzas.
Tras la fundación de la religión nueva, yahvética, en Kadesch, un siglo después, los judíos habrían rendido un postrer homenaje a la figura del Moisés egipcio, verdadero salvador de su pueblo, fusionándolo con el Moisés madianita. Esta solución de compromiso, sintomal, explica la dislocación o desfiguración de los textos históricos.
La segunda fundación religiosa deja reprimida y suplanta a la primera aunque esta sale a la luz más tarde por detrás de aquella bajo la forma de una tradición que persistió a los largo de los siglos encarnada por un pequeño círculo de profetas, que continuaron la religión del Moisés egipcio haciéndola irrumpir con más fuerza sobre vastas masas de personas.
Freud quiere explicar este fenómeno histórico: ¿Es un mero retorno de lo reprimido, transaccional, sintomático? Concluye la primera parte del tercer ensayo diciendo:

“Una tradición que se basara en la comunicación oral, nunca podría dar lugar al carácter obsesivo de los fenómenos religiosos. Sería escuchada, juzgada, y eventualmente rechazada, como cualquier otra noticia del exterior, pero jamás alcanzaría el privilegio de librarse de las restricciones que comporta el pensamiento lógico. Es preciso que haya sufrido antes el destino de la represión, el estado de conservación en lo inconsciente, para que al retornar pueda producir tan potentes efectos, para que logre doblegar a las masas bajo su dominio, como lo comprobamos en la tradición religiosa, asombrados y sin lograr explicárnoslo por el momento.” (5)

Para la masa remite el fenómeno a las huellas mnemónicas del grupo, la herencia arcaica. Para explicar la tradición en el individuo y la masa recurre al inconsciente y la represión que conservan las huellas mnemónicas, lo olvidado no fue borrado sino reprimido.
Pero entonces la disolución queda equiparada con el proceso represivo que implica el retorno de lo reprimido, como ocurre en la neurosis.
La religión de Moisés sufrió su disolución y siguió ejerciendo sus efectos en el trasfondo. Parecería que haber sido “sepultada” de este modo le daba más fuerza en su retornar que el que tuvo la palabra misma de su fundador.
Para dar cuenta de esta disolución Freud la equipara a la represión y al retorno de lo reprimido en el sujeto, cuando a lo largo de su obra, y especialmente en este texto, parecería querer separar otro proceso, no muy claramente formulado.

Para entender mejor este desenlace del Edipo no tan frecuente pero posible, busquemos el significado del término “untergang” en la filosofía alemana y especialmente en Friedrich Nietzsche.
En su famosa obra “Así habló Zaratrustra” 1884 (6), el traductor nos comenta en una nota al pie de página que el verbo “untergehen” es una de las palabras-clave en la descripción de Zaratrustra. Esta palabra tiene muchos matices lo que hace dificultosa su traducción al castellano. Literalmente significa “caminar (gehen) hacia abajo (unter)”. Esto es así: Zaratustra baja de la montaña. En segundo lugar designa la “puesta del sol”, el “ocaso”. Zaratustra quiere obrar como el sol al atardecer, es decir, “ponerse”. En tercer término “untergehen” y el sustantivo “untergang” se usan con el significado de hundimiento, destrucción, decadencia. También Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa, su tarea le destruye. El hombre, dice Zaratustra, es un “tránsito y un ocaso”. Esto es, al hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado (de la tierra, según la vieja creencia). Y “pasar al otro lado” es superarse a sí mismo y llegar al superhombre.
En Zaratustra se tratará de un deseo de muerte, pero no de una destrucción definitiva que no deje huellas. Sino de un proceso que implica desaparición y al mismo tiempo una persistencia virtual capaz de producir efectos potenciales. El ejemplo más cotidiano sería el de la aspirina que al disolverse en agua produce efectos como su contracara creativa.

Suponemos que cuando Freud utilizó “untergang” estaba influído en la rica polisemia que tiene esta palabra. La posibilidad de metaforizar lo heredado para apropiárselo, pero ya no como lo mismo, sino transformado luego de su adquisición.
No obstante, encontramos diferencias entre el personaje de Zaratustra y el protopadre de “Tótem y Tabú” 1912-3. (7) En el primer caso se trata del deseo de muerte del padre (genitivo subjetivo). Es el padre quien desea morir, morir a tiempo. En Freud, el deseo de muerte del padre se refiere al genitivo objetivo. Es el deseo de los hijos de matar al padre de la horda primitiva. Este es un amo legislador, haciendo de su capricho la ley. Padre primordial cuyo resto no digerido en la comida totémica lo encontramos en la clínica con su voz cruel, sus mandatos insensatos, su mirada furibunda.
Como el complejo de Edipo es en definitiva el complejo paterno, en Freud coexisten estas dos perspectivas que estamos viendo, el padre de la horda, padre imposible de olvidar que retorna; y un padre que al disolverse como en el caso de Moisés, da lugar a un proceso creacionista, más allá de la neurosis.



 

Notas

1)     Todas las referencias a la obra freudiana fueron realizadas en base a las Obras Completas, Editorial Biblioteca Nueva 1981. Traducción Luis Lopez Ballesteros y de Torres.
2)     La disolución del complejo de Edipo. 1924 op.cit. Tomo 3. p 2750.
3)     Algunas consecuencias de la diferencia sexual anatómica. 1925 op. cit. Tomo 3 p.2902.
4)     Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. 1932 op.cit. Tomo 3 conferencia 32 p.3152.
5)     Moisés y la religión monoteísta. 1938. op.cit. Tomo 3 p. 3302.
6)     Así habló Zaratustra. 1884. Friedrich Nietzsche. Ediciones Altaza. Prólogo y nota 4. Traducción Andrés Sánchez Pascual.
      7)   Totem y tabú. 1912-3. op.cit. Tomo 2. Capítulo 4: El retorno infantil al totemismo. Apartado 5.

Bibliografía

Sujeto, Acto, Repetición. Carlos Basch – Raul Yafar. Letra Viva Ediciones. Artículo: El Atardecer del Padre. Raúl Yafar.

El ateísmo como voluntad de ocas. Raúl Yafar. Artículo presentado en el “simposium Nietzsche” en el año 2000. Universidad Kennedy.

Amor y perversión. Raúl Yafar. Vergara Ediciones, 6º reunión.


domingo, 14 de noviembre de 2010

Entrevista al Licenciado Adrián Kripper

El Lic. Adrián Kripper es docente y analista. Trabaja en la Facultad de Psicología U.B.A. y en el Centro de Salud # 3 Dr. Ameghino

Mantuvimos esta charla en el programa radial "Los Lanzallamas" de FM La Tribu, el 27-9-95.

Eduardo Briano: ¿Cómo surgió en vos el Psicoanálisis?

Adrián Kripper: Es una pregunta que me lleva a hacer un viaje por el túnel del tiempo...

EB: ¡Tenemos poco tiempo!

AK: La tecnología moderna hace que los viajes en el tiempo se puedan hacer muy rápido. Estoy pensando en hace 25 años atrás, época que empecé a pensar en elegir una carrera universitaria estando en el secundario, y elegí Psicología. En el año 1972 entré a la U.B.A. Poco después empecé a pensar en el Psicoanálisis como una disciplina y una práctica profesional para mí. Pensando en esto diría que tiene que ver con inquietudes humanísticas que siempre estuvieron presentes en mí. Desde chico me interesaba mucho leer sobre Historia, Mitología, Biografías. En este sentido me parece que la disciplina psicoanalítica y la práctica del Psicoanálisis recogen y realizan de alguna manera algo de aquellas inquietudes. En rigor el Psicoanálisis tiene mucho que ver con la Historia, la Mitología y las Biografías, en particular con esto último. Cada análisis es un análisis distinto; cada sujeto es un sujeto distinto, y si bien creo que es posible y necesario formular generalizaciones, conceptos generales abarcativos, diría que la práctica de cada análisis, si es eficaz, es porque apunta a lo que de singular tiene cada cual.

EB: Hablabas de Historia y Biografías. ¿Sería una Historia que se va construyendo, muy distinta a una Historia fija, inmutable?

AK: Es muy interesante la pregunta. Te diría que sí y que no. Es cierto lo que vos marcás, la idea de Historia que un analista va a manejar tiene que ver con la posibilidad de pensar la Historia desde un ángulo diferente. No un relato inmutable, sino la posibilidad para un sujeto de situarse en una posición diferente respecto de su historia. Sin embargo diría que todo concepto de Historia, más allá del Psicoanálisis, maneja esta misma idea. Es decir, la Historia no son los acontecimientos, no son los hechos, sino que la Historia es siempre el relato que un sujeto, este sujeto puede ser una persona, Herodoto o un pueblo, hace sobre esos hechos. La disciplina histórica no es una sumatoria de acontecimientos en sí sino que es cómo relata cada cual, desde la posición en que está, esos hechos. La historia nunca es innocua, nunca es objetiva porque siempre tiene que ver con quién es el que la relata. En ese sentido siempre sirve a algún determinado fin. En esto no es distinta a la Historia que cada sujeto puede relatar de sí mismo. Que generalmente son las primeras cosas que se epiezan a decir en un análisis.

EB: Me gustaría que entremos en la temática de la Salud Pública. ¿Es posible el Psicoanálisis en un Hospital Público? ¿ Qué dificultades encuentra un psicoanalista en ese lugar?

AK: Habría que distinguir las dificultades del Psicoanálisis de las dificultades del psicoanalista en un Hospital Público. Yo ejerzo una práctica desde hace varios años y mucha otra gente también, lo cual no quita que la pregunta siga siendo válida. En todo caso ¿cómo es posible la práctica del Psicoanálisis en una institución pública de salud mental? ¿Qué dificultades como disciplina, como método terapéutico (no hay que tenerle miedo a la palabra) qué obstáculos tiene el Psicoanálisis y qué obstáculos puede tener un psicoanalista?
En rigor, la pregunta por si es posible el Psicoanálisis en una institución pública es una pregunta que ha motivado jornados institucionales, interhospitalarias, que más allá de la validez de la pregunta, creo que tenía la marca de cierta necesidad de los propios analistas de autorizarnos respecto de esa misma práctica. Creo que la pregunta acerca de si es posible el Psicoanálisis en una institución no es distinta a si es posible el Psicoanálisis en un consultorio o donde fuese. En todo caso habrá que establecer cuáles son las características diferenciadas, de cómo se lleva el análisis en cada ámbito. Pero diría que las dificultados del Psicoanálisis son intrínsecas al Psicoanálisis, sea en un hospital, en un consultorio o donde fuese. El Psicoanálisis es una práctica diferente y las dificultades nunca van a ser sólo exteriores a el sino que el Psicoanálisis está destinado a tropezarse con dificultades y a tener que entenderse con ellas.

Juan C. Olave: ¿En el Hospitál Público no está más acotado el tiempo?

AK: Sí, el problema del tiempo entra a tallar. Los tratamientos necesariamente se acotan por cuestiones relativas a la demanda de asistencia. Pero en este sentido, ya hace unos cuantos años la difusión del pensamiento lacaniano dentro del campo psicoanalítico hizo incapié en que lo que caracteriza a un dispositivo analítico no es tanto la frecuencia o la duración de las sesiones, si hay o no diván, sino la particular posición de escucha del psicoanalista. Desde esa persectiva se abre la posibilidad de pensar que es posible practicar el Psicoanálisis en una institución, en tanto haya un analista que sostenga una escucha analítica durante el tiempo que resulte posible. Ahí (en el tiempo) hay limitaciones concretas.

EB: Escucha que tiene que ver con no ponerse en el lugar del consejero...

AK: No es en vano recordar lo que Freud decía de las profesiones imposibles: gobernar, educar, analizar. Que del analista se esperen consejos, que se espere que sepa, que tenga la receta, no quiere decir que efectivamente tenga todo eso y sin embargo el analista tiene que sostener ese lugar, aun así.

EB: Un oyente hizo un comentario sobre el bajo nivel salarial de los trabajadores. ¿Qué pasa con los profesionales de la Salud Pública?

AK: En general los profesionales de la Salud Pública no estamos bien pagos. Es muy común que en diversos servicios de Psicopatología muchos profesionales trabajen ad honorem...

EB: Esta crisis económica y el poco lugar que desde las esferas del poder se le da al Psicoanálisis, ¿ no sería también un obstáculo a la práctica?
AK: Las esferas del poder siempre dan poco lugar al Psicoanálisis. Su relación con el poder será necesariamente conflictiva y seguramente será de no convalidación de ese poder.

EB: ¿El Psicoanálisis en su conjunto o hay ciertas corrientes que coquetean con el poder?

AK: Desde su creación, el Psicoanálisis fue una disciplina subversiva. Tendía a romper con los conceptos imperantes en su época. Su época es toda época. Quizá un problema para el propio Psicoanálisis es que esta época lo encuentra como siendo un discurso muy repetido en los medios, de ciertos lugares comunes. La palabra Psicoanálisis parece muy difundida.

EB: ¿Por qué en los medios no aparece un psicoanalista lacaniano?

AK: Algunos psicoanalistas lacanianos han aparecido. Tenemos que pensar que las instituciones oficiales del Psicoanálisis como la "Asociación Psicoanalítica Argentina" en particular, ha instalado el Psicoanálisis en nuestro país y han ocupado lugares. Pero me parece que ese monopolio al que creo que vos hacés referencia, últimamente ya no es tan así.
Cuando yo me refería a los obstáculos del Psicoanálisis, me quería referir esencialmente a que encuentra obstáculos no sólo exteriores a su propia práctica sino que la propia práctica necesariamente va a generar obstáculo. Porque no es un tratamiento destinado a lo que se podría llamar alegremente el bienestar. Es decir, quien emprende un Psicoanálisis tiene que encontrarse seguramente con cuestiones difíciles, con cuestiones que tenga que poder reconocerse de sí mismo. Y esto genera obstáculos. Yo quería retomar algo que vos planteabas antes, acerca de si el Psicoanálisis podía dar respuestas o prometer panaceas. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Es cierto, se hacen muchas ofertas en la actualidad. Siempre se han hecho muchísimas ofertas. El Psicoanálisis, el psicoanalista, no puede ofrecer respuestas, no puede ofrecer milagros. Pero ofrece, sí, la posibilidad de una escucha a partir de la cual se abre la posibilidad de que las respuestas empiecen a encontrar un lugar.

EB: ¿Cuál sería la nota distintiva entre el Psicoanálisis y las terapias alternativas que te prometen la felicidad en dos meses?

AK: Estas promesas de felicidad desde el Psicoanálisis podríamos decir que están todas enmarcadas dentro del principio del placer...

EB: Entonces si el Psicoanálisis no te promete un lecho de rosas... ¿hay que pasar por el infierno, en términos dantescos?

AK: No promete un lecho de rosas ni tampoco un diván de espinas... La nota distintiva está dada por cierta vocación en relación al saber y a la verdad. En general estas promesas de rápidos resultados con poco esfuerzo que se hacen por ahí, que siempre se han hecho... Hasta resulta paradojal e interesante este fenómeno por el cual con el desarrollo de la técnica y de la tecnología tan avanzada, cada vez más haya un retorno a ofertas muy lindantes con lo mágico. Esta especie de esquizoidía de nuestra cultura moderna. Pero decía recién que la nota distintiva tiene que ver con que este tipo de ofertas mágicas en realidad son como recetas al modo de trajes de confección. Cada cual puede ir, probárselo y para toda una tipología humana pueden andar bien esas medidas. El Psicoanálisis es un traje a medida.
Quiero decir con esto, que el saber que atañe a cada sujeto y que lo hace distinto de otro, cada historia es una historia distinta, este traje a medida que es el Psicoanálisis por el cual cada uno es diferente, necesariamente puede sostener la posibilidad de que alguien mejore respecto de sus problemas cotidianos. Porque tampoco vamos a decir que el Psicoanálisis promete el sufrimiento. Es un error plantear esto y creo que los psicoanalistas an alguna medida algo hemos hecho para que se creara una cierta imagen en ese sentido. Pero creo que la diferencia esencial es que no hay cambio para un sujeto que no pase por la posibilidad de que acceda a cierto saber acerca de sí mismo.

EB: Los cambios profundos o estructurales se producen con el traje a medida... con el traje de confección serían cambios pasajeros...

AK: Sí, lo que solemos llamar efectos sugestivos. No porque en el Psicoanálisis estos efectos de sugestión no se produzcan. Lo que pasa es que no reposa esencialmente sobre el resorte de la sugestión, aunque implique cierta medida de sugestión. El Psicoanálisis pasa por otro lado. Pasa por sostener la posibilidad para un sujeto, para aquél que viene a formular su consulta, de que acceda a un saber acerca de lo que esencialmente a él le atañe. Es a partir de ahí que los cambios consistentes son posibles.

JCO: O sea que el analista no está obligado a darle la felicidad como si fuera un don. Los analistas sacarían los "demonios" internos... y cada uno sabe lo que puede tener adentro...

 AK: No hay que asustar a la gente con Dante, el infierno, el purgatorio y los demonios. Los demonios nos parecen más demoníacos cuanto menos sabemos de ellos. En la medida en que podemos decir de las cosas que nos pasan, esos demonios toman una consistencia menos amenazadora. Las cosas nos resultan más demoníacas cuanto más nos es difícil hablar de eso. Retomando lo que decíamos antes, puede haber Psicoanálisis sin diván, con una frecuencia de sesiones muy diversa. Lo que no puede haber es un Psicoanálisis sin que haya allí uso de la palabra, intercambio de palabras. Ya desde sus comienzos esta es una clave esencial de la eficacia psicoanalítica y en ese sentido, los demonios cuando son puestos en palabras empiezan a tomar una forma menos amenazadora.
El Psicoanálisis no puede ser como el aprendiz de brujo que conjura a los demonios y después no sabe qué hacer con ellos. Se trata de conjurar a los demonios para que pierdan esa consistencia que toman cuando no nos atrevemos a hablar de eso.

JCO: ¿Es posible que una persona que niegue el Psicoanálisis lo necesite?
EB: ¿Es para todos?

AK: No, no es para todos, y esto no lo digo por el caso de alguien que niegue el Psicoanálisis. Lo digo por cuestiones clínicas y psicopatológicas. Lo cual no quita que un psicoanalista pueda intervenir en tratamientos de pacientes para los que no esté indicado el Psicoanálisis y que un analista pueda intervenir eficazmente pero no bajo los lineamientos clásicos del tratamiento psicoanalítico.
Que alguien niegue el Psicoanálisis no agrega ni quita respecto de que pudiera necesitarlo. En realidad es difícil la palabra "necesidad" respecto de la relación de un sujeto y el psicoanálisis para sí mismo. Cada cual sabe o puede advertir cuándo necesita formular una consulta a un especialista.

EB: Quería aclarar que cuando preguntaba si el Psicoanálisis era para todos no me refería en un sentido elitista... Además no cualquiera se interroga por su malestar.

AK: El Psicoanálisis es para todos aquellos que padezcan un sufrimiento y que ese sufrimiento lo lleve a una consulta. No es serio plantear que alguien va a un Psicoanálisis simplemente por cuestiones de filosofía. Cualquiera que va a formular una consulta a un analista seguramente es porque padece de algo, sufre de algo. Esto, por la misma índole de lo que el analista va a proponer, ese sufrimiento debe abrir paso a alguna clase de pregunta, es decir, al sintido que ese sufrimiento tiene para ese sujeto.

EB: Muchos padecen de algún sufrimiento y pretenden recibir soluciones del analista...

AK: Diría que esto es casi hasta una fase necesaria. En todo comienzo es necesario suponer que cualquiera que viene a una consulta trae una expectativa de esta índole. Espera que el psicoanalista tenga la respuesta, ya sea que lo explicite o no. Es inevitable y hasta necesario. Debe esperar del analista esta respuesta "mágica". El tema es: ¿cómo sostiene su oferta el psicoanalista para que, sabiendo que es imposible esa respuesta mágica, no obstante se pueda operar de modo tal que la pregunta que el paciente trae, promueva un trabajo que podríamos decir es casi de una investigación subjetiva, una investigación personal.
Ese saber acerca de por qué a uno le pasan determinadas cosas, que necesariamente se supone que el analista es depositario de ese saber, sabría por qué a alguien le pasan determinadas cosas; ese saber, el sujeto empieza a pensar que sólo puede producirlo hablando, trayendo sus asociaciones, sus sueños, sus lapsus.

EB: El otro día le hicieron un reportaje a Mario Bunge en el diario Clarín. Le preguntaron "¿qué le reprocha al Psicoanálisis?" y Bunge responde: "Que es una profesión que no tiene investigación. Es una disciplina en la que tampoco hay cambios. Después de cien años las ideas siguen siendo las de Freud. Además está en contradicción con los hallazgos hechos en los últimos cincuenta años por la Psicología experimental, en especial por la Psicología fisiológica. No es eficaz. Peor aún, es contraproducente, no sólo no cura sino que además empeora". ¿Cuál es tu comentario?

AK: No son novedad las críticas de Mario Bunge. Casi diría que es un caballito de batalla de hace muchos años. En tanto haya espacio para que se pueda sostener un debate me parece que no esá mal que podamos leer lo que dice Bunge y podamos responder y sostener un debate en relación a esto. En sus cien años de existencia el Psicoanálisis se ha encontrado muchas veces con este tipo de críticas y ha crecido, no obstante eso. Ha desarrollado teorías. Pero me parece importante distinguir cuáles son las dificultades propias de una teoría y una práctica psicoanalítica y cuáles son quizá los vicios, en cierto sentido, de los psicoanalistas. No porque los psicoanalistas podamos a veces tener cierta tendencia a repetir cuestiones dichas por Freud o por otros pensadores, eso no autoriza a extender la crítica al Psicoanálisis como tal. En este sentido la clínica psicoanalítica en las instituciones asistenciales públicas, volviendo a esto que no es excluyente, la posibilidad de una oferta de práctica asistencial y de alto nivel ha sido un progreso de los últimos años, el Ameghino es una prueba de ello. El Psicoanálisis ha venido sosteniendo una práctica que demuestra su eficacia. Lo cual no quita que dejemos de interrrogarnos por las modalidades y por cómo funciona esa eficacia. Tiene la pretención de transmitirse como ciencia y tiene la pretención de dar cuenta de sus fundamentos en forma científica. En este sentido tiene vocación de constituirse como ciencia y esto es innegable.

EB: Muchas gracias.